Un descanso momentáneo [Priv. Lambo]

Era de noche, pero aquellas que ni las estrellas y montañas se veian. La luna en verdad estaba blanca, y parecía estar cada segundo más cerca. El miembro de la familia Bovino, no podía dormir a causa de varios problemas que le resurgían en la cabeza y comenzaban a amontonarse y terminando colapsando, aunque no era habitual en este que le pasara aquello. A si que como cada noche, fue por su leche, junto a su fiel taza con estampados de vaca.

Estaba allí sentado como si nada pasase, con el vaso de leche a un costado y la caja del liquido al frente. – Yare Yare… ¿Qué hora será? –Se pregunto, mirando hacia un reloj del costado, mirándole quizás solo de re ojo. Se levanto, junto con la taza, y dejo el embase encima de la mesa. Comenzó a caminar por los pasillos, como un pequeño paseo para estirar las piernas y acostarse relajadamente.

Iba caminando, hasta que se encontró con una habitación que tenía la luz prendida. Hizo una mueca de sorpresa y se asomo levemente hacia allí. Tenía su pijama de color blanco, con manchas negras por todos lados. Se exhibió con delicadeza sin querer ser notado en la habitación, y era donde el arcobaleno descansaba de sus ajetreadas tareas que el mundo de la mafia le solicitaba. Soltó un pequeño suspiro, con algo de ansiedad por entrar.

Hace tiempo que el arcobaleno no tenía sueños, simplemente descansaba los ojos. Sin embargo ese día tenía un golpe mental de imágenes, su inconsciente comenzó a pasarle toda clase de imágenes de cuando ha asesinado a sangre fría. Eso era completamente extraño, ya que Reborn no sentía culpas ni arrepentimientos.

Se removió en el sofá de mala gana, odiaba tener esa clase de pensamientos. Podría parecer que estaría ablandándose, sin embargo su inconsciente y la realidad eran cosas bastante diferentes. Abrió los ojos y se quedó observando el techo de la habitación, intentaba comprender el por que habría tenido tal sueño tan banal. Se incorporó mientras sujetaba su sombrero para que no se cayera.

Miró de reojo a León para después posar la mirada en la puerta, sonrío de lado y se cruzó de brazos. ¿Acaso aquella vaca sería tan tonta para no saber que el arcobaleno había sentido su presencia? Por supuesto su respiración había sido un factor determinante para que Reborn supiera que se trataba de él, nadie respiraba de esa forma tras una puerta. Jaló un poco el sombrero de la visera para cubrir un poco sus ojos.

Creía, es más tenía toda la seguridad y confianza de que el contrario no había captado su presencia. Le vio removerse, y eso hizo que un sentimiento le diera en el estomago, uno como el nerviosismo. Dio un paso hacia delante y se volvió a asomar más, sin darse cuenta o percatarse que el contrario estaba despierto ya que el sombrero cubría su mirada y sus muecas.

Se acerco su tasa a la boca, y bebió algo más de leche con cierto interés en ver las acciones del contrario, por si se daba cuenta de su figura atrás de la puerta. Noto que su leche se había acabado, le fastidio un poco, haciendo una mueca bastante infantil.

-Ah… Mi leche se acabo. –Murmuro, aunque lo suficiente como para despertar a alguien. Se aproximo la mano a la boca y se la tapo. Cerrando nuevamente el ojo que había abierto por la sorpresa de sí mismo. Comenzó a darse vuelta y retirarse como si fuera un niñito asustadito.

Su paciencia definitivamente tenía un límite y Lambo lo estaba poniendo a prueba como era su costumbre. Había en ese miembro de la familia Bovino que le disgustaba completamente; había un par de cosas que prefería ignorar pero otras que debía expresar de algún modo. No conocía muchas cosas sobre los sentimientos o reacciones, simplemente actuaba bajo sus instintos asesinos.

Escuchó aquel murmuro de Lambo y sonrío de lado, justo como había esperado. Aquel ternero no podía mantenerse en silencio mucho tiempo, se levantó de una forma tan elegante que no era fácil describir, dio unos pasos para llegar a la puerta, tomó la perilla y la abrió de golpe mirando como Lambo ya había dado un paso para huir.

- Vaca estúpida, sabía que no te habían enseñado modales. Mira que venir a espiar a las personas...-. Alzó una ceja y le tomó el brazo, metiéndolo a la habitación. Se recargó en la puerta después de cerrarla, se quitó el sombrero al igual que el saco, los colocó cuidadosamente en el perchero y posó la fría mirada en el pelinegro.

-le revelo, aunque él creía que había pasado desapercibido por el otro, ni siquiera escucho los pasos que daba el contrario para acercarse a este en pleno desarrollo para escapar. Sujeto su tasa con fuerza, cuando ya daba el último paso para retirarse, escucha como el viento es atraído hacia dentro gracias a la fuerza que desplego el ajeno. Y luego las palabras, tan serias y brutas que salían de su boca, tan crueles y medias frías, bueno en verdad bastante frías. Volteo la cabeza lentamente, parecía como si fuesen los movimientos de un robot, a si de tiesos, quizás por la sorpresa de la presencia que intervino en su huida. Escuetamente murmuro el nombre de este al voltearse. “Reborn…”

Continuamente sonrió algo nervioso, y tembloroso.

-No te estaba espiando, simplemente recorría el cuartel –Contesto, pero al parecer no fueron escuchadas ya que el jalón vino antes de lo que pudiese respirar o soltar un suspiro, entro a la fuerza a la habitación, sucesivamente este cerró la puerta. Cerró los ojos al escuchar el golpe de la puerta al cerrarse y abrió, como siempre, uno de sus ojos, suspirando pesadamente.

-¿Qué es lo que pasa? –Percibió la mirada fría de este, recorriéndole todo el cuerpo y el rostro. Era peor que un cuchillo enterrándose en tu pierna, o que te digan millones de palabras crueles- …

Que debil le hacia sentir el arcobaleno.

Notó como el cuerpo del ternero temblaba con sólo su mirada, sabía la manera en que podía controlarlo y eso lo hacía más interesante. Se acercó lentamente al ternero y pasó de forma olímpica de él. Se fue a sentar en el sofá y colocó una pierna encima de la otra; no había forma de que Lambo se le escapara.

Las palabras no salían de su boca, no tenía mucho que decir realmente. El silencio les reinó por unos momentos; al arcobaleno no le incomodó demasiado, estaba muy acostumbrado a no hablar, o limitarse a decir lo necesario. Respiró hondo antes de levantarse e ir a servirse un poco de café.

Tomó la taza negra y virtio un poco de aquel líquido en la taza, bebió un poco antes de volver a posar la mirada en Lambo.

- ¿Pasar?-. Decidió prestar atención a las palabras del ternero-. No tiene por que pasar algo si necesito sexo-. Dijo directamente y sin rodeos.

Le observo, como pasaba de el como siempre. Eso le molesto pero como para variar no podía decir nada al respecto. Dio un paso hacia él cuando vio que este se sentó, y se servía algo de su líquido. Miro su taza después y frunció el ceño, queriendo algo más de leche, ya que se le antojo. Suspiro pesadamente y dirigió su mirada al arcobaleno que comenzó a hablar.

-Claro… ¿Pasa algo? –Volvió a preguntar, sin venir ver lo que dijo al final. Se sonrojo de golpe, pero lo oculto rápidamente haciendo una mueca algo confundida. Y volvió a suspirar con los ojos cerrados.
Quiso mantenerse en silencio, para quizás poder marcharse o que quizás el contrario cambiase de opinión, ya que aquello le tenía cansado, solo solicitarlo para tener actos sexuales, aunque esta vez fue al contrario… Lambo llego ahí.

-“Cabe mi propia tumba” –Pensó, con una gota deslizándosele por la sien. Mientras que trataba de estar firme y postrarse en contra, aunque al final y al cabo lo desease tanto.

Dejó la taza de café en la mesa, había tomado hasta la mitad. Aquella sensación de cafeína en su garganta le hacía sentir de una forma extrañamente especial; respiró hondo sin abultar demasiado su abdomen y sacó el aire sin quitar la mirada del fino cuerpo de Lambo.

Caminó lentamente, sin mover demasiado ninguna parte de su cuerpo. Se colocó frente al cuerpo nervioso de Lambo; el cuerpo del ternero reaccionaba por si mismo ante la sola presencia del arcobaleno. Levantó suavemente su mano derecha y sujetó con su dedo índice y pulgar una de sus patillas, la jaló y ésta se volvió a enroscar.

Colocó esa misma mano en la barbilla ajena, la giró para un lado y luego para el otro; revisó cada centímetro de su blanca piel, sonrío y acercó sus labios a los de Lambo.

- Parece que te cuidas bastante bien vaca estúpida-. Susurró casi pegando sus labios a los ajenos, obligó a su aliento chocar contra los labios de Lambo. Se separó un poco, sin soltarle la barbilla, y se relamió los labios-. Me alegra que hayas pasado por aquí vaca

Su lujuria estaba transpirando ya. Le tomó el brazo y lo aventó a la mesa, haciendo que las cosas ahí colocadas cayeran de forma brusca al suelo, algunas se rompieron y unos papeles se mezclaron...Sin embargo el arcobaleno no se inmutó por ello, ya habría tiempo y alguien que se hiciera cargo de aquel insignificante desastre.

Cavilo que quizás lo que había dicho era solamente una ilusión que su mente apurada de pensamientos le había jugado en contra. Suspiro más aliviado, viéndole como tomaba café, quizás noto la reacción que tuvo y el aire se relajo unos solos segundos, como si fuera una ilusión. Apreciaba la mirada que Reborn le proporcionaba, quizás era porque le llamaba la atención alguna cosa que tuviera el Bovino, pero nunca pensó más allá de eso, quizás por las horas de la noche, o porque estaba casi adormilado.

Fue rápida la reacción que tuvo el arcobaleno, en acercarse y poner en ese ámbito el cuerpo de Lambo, tan temeroso y tembloroso, como si todo el aire hubiese sido desasido por el movimiento del contrario. Pensó que quizás no era nada más que un común acercamiento que tendrían dos personas normales para hablar, pero conmemoró que la actitud del ajeno tenía intenciones no muy buenas que digamos.

Los pasos fueron lo que más se escucharon en la habitación, aquellos tan peligrosos y colmados de designios. Trago saliva, pero cuando contemplo la acción contraria, no pudo evitar sentir un pequeño cosquilleo infantil en su estomago, como si fueran esas de cuando eran adolecentes y tendías a enamorarte tan fácilmente del chico que te gustaba. Floreció una tenue sonrisa, que avivadamente desapareció cuando le agarraron del mentón, dio un paso hacia atrás, abriendo ambos ojos y quedándose estático.

-¿A-ah? –Musito, y le miro incognito sin entender mucho, sus mejillas se sonrojaron levemente y atino a solo, colocar ambas manos en el pecho del contrario, quizás para apartarse o quizás aferrarse a este- … ¿Te alegra? –Murmuro, mirando hacia abajo un poco, como si fuera un niñito pequeño, que aun tenía tendencia a serlo en algunas ocasiones. Abrió la boca para poder hablar pero fue callado por la acción, sin abrir los ojos o pestañar ya estaba encima de la mesa, se había golpeado contra esta y algunos objetos que estaban por ahí.

-Ah!... –Soltó un pequeño alarido de dolor, y cerró los ojos con fuerza-

Miró el cuerpo sobre aquel fino mueble, hace tiempo que había deseado estrenarlo como era debido. Quitó un poco de cabello de su rostro, no podía admirar como era debido el tierno cuerpo de Lambo, debía de poseerlo cuanto antes. Nunca se detenía a pensar el por que hacía esa clase de cosas, simplemente su cuerpo reaccionaba cuando aquel temblaba ante su presencia.

Cuando el cuerpo de Lambo temblaba de aquella forma era como el detonador de sus acciones, podría decirse que le agradaba causar aquel temor en el Bovino. Y le excitaba aún más; le costaba creer que pudiera tener tales deseos sexuales por Lambo, podía hacerlo con chicas pero no lo saciaban lo suficiente como lo hacía aquella vaca.

Se subió a la mesa para poder colocarse sobre el cuerpo ajeno, le tomó las muñecas con una mano y las dejó sobre su cabeza, en esa posición podía admirar tranquilamente el cuerpo esbelto de Lambo. Aún no descifraba que era lo que le gustaba de ese chico...aunque la realidad era que no quería saberlo.

Con la mano que tenía libre comenzó a desabotonar la camisa de Lambo, dejando que el frío aire de la madrugada le pegara, se colocó frente a frente sobre él y sonrío de lado.

- Eres demasiado inocente-. Le susurró antes de atrapar sus labios entre los suyos, le besó de una forma tan pasional, como si antes no lo hubiera besado, como si se le fuese a escapar en cualquier momento.

Le soltó los labios antes de poder sentir algo innecesario, eso sería un gran problema para su ego. Comenzó a lamer su cuelo y se deslizó por el pecho, llegando a las tetillas y mordiéndolas levemente.