Recluse [priv. Byakuran]

El silencio… Los pasillos estaban vacios completamente, solo los pasos de unas botas de color negro recorrían y sonaban entre las paredes. Eran más los pasos, se escuchan en el mismo tono, pero se hacían más cerca del lugar donde quería ir.
De repente, las luces se acabaron, dejando los pasillos oscuros.

… “¿Dónde estás?”

Siguió caminando, sin importarle mucho, podía, de alguna forma aprenderse los lugares de manera fácil, y de seguro había viajado a otro mundo paralelo más de una vez, para saberse de memoria los pasillos de Vendicare. Había estado en este lugar muchas veces, espiando, buscando información o quizás solo  observando entre la oscuridad lóbrega y muda. Aquella persona que le hacia sonreír más de una vez con sus  frases de superioridad, tanta confianza le hartaba demasiado, y tanta presunción.

… “No me gusta esperar”

Eran más y más movimiento, las luces ahora parpadeaban y eran medias molestosas a la vista, pero eso no iba a impedir que el albino siguiera su camino, tenía que llegar ahí, deseaba estar ahí, anhelaba verle encadenado, o quizás libre pero en una habitación de cuatro paredes desesperantes y cerradas como si fuera un animal, uno bastante molesto.

Sonrió.

-¿A sí que aquí estas, Mukuro-kun? –Murmuro, con esa voz tan melodiosa y divertida, acerco la mano hacia la perilla para abrirla lentamente, dejando que las luces parpadeantes entraran también en la habitación del contrario, era un aire escalofriante el que entro, y rodeo toda esta, haciéndola también suya. Dejo que lentamente saliera a la vista, escuchando claramente la pregunta del ajeno.

… “¿No me esperabas?”…

Simplemente paso, cerrando la puerta atrás del, la sonrisa ahora nadie se la iba a quitar.

“Jajaja…”

Ojeo la habitación en donde le tenían encerrado, que cómico. Rio entre dientes con suavidad, mientras que avanzaba y a la vez cerraba la habitación, con un ligero sonar al final. Como si fuera normal, se detuvo y comenzó a fingir un lindo y molesto asombro hacia las condiciones en que estaba el contrario. Pudo aparentar muecas sufridas, y hacerse la comedia del pobre pequeño abandonado en una habitación, que nada más le quedaba, solo ver la pared.

-Ah~ Mukuro-kun, un momento sonaste como un niño pequeño que le tienen castigado por que ha robado algún dulce, o dinero de la mamá. –Agarro una silla y la arrastro, colocándola frente la cama de este, pero como a su metro de distancia. Contemplo cada curva que daba a los ojos el guardián de la niebla. Sinceramente tenerle de esa forma, tan molesto y lleno de rencor, le parecía llanamente cómico-

Dentro de su uniforme blanco de Millefiore, saco una bolsa de malvaviscos, casi del mismo color, estaba cerrada aun, a si que la abrió con calma, como si simplemente observara lo entretenido que era aquello. Luego de abrirla, saca un malvavisco y lo presiono de ambos lados, observándole antes de echárselo a la boca. Sonrió y lo hizo.

-Mukuro-kun, dime. –Le llamo, con voz melodiosa, ignorando la pregunta que le formularon, con un gesto despreocupado, cargo ambos brazos en el respaldo de la silla, ya que se había sentado al revés- ¿Sientes la misma confianza, valor, fuerza, dignidad que la otra vez? –Se refería a la pelea que habían tenido, no freno su ademán interesado-

Sintió algo de molestia al atender lo que el inverso decía con toda tranquilidad. Su punto era atacarle psicológicamente, y pensaba que lograría a si ver lo más bajo del no guardián de la niebla. Se cargo un poco más en el respaldo, mirándole con diversión absoluta. Parecía ser el más niño chico que Mukuro. Era como un lindo juguete que podría manejar y efectuar emociones. Esos garabatos que soltaba llenos de orgullo y molestia, era lo que esperaba el Millefiore oír del chico. Hacía más interesante la travesura.

Se levanto, sin decir nada por lo dicho. Podría responder de varias formas, pero ahora verazmente tenía otras atenciones en sus pensamientos. Siempre Mukuro hablaba de poseer a las personas, dependiendo de su grado de poder. Y estaba claro que en la última pelea esa era una de las tantas misiones que tenía el guardián, claro Byakuran no se dejo.

La bolsa de malvaviscos colisiono con el suelo soltando un ruido que fue el último en pasar por la habitación. Byakuran le observaba en silencio y a la vez hacia que los centímetros fueran más escasos entre los dos. Sonrió de lado soltando una pequeña risita. Más se atajo frente a la cama del contrario.

-¿Un favor, dices? –Investigo el peliblanco con un tono más melodía que surgía de su boca, terminando en silabas divertidas y juguetonas. Llevo una mano a su bolsillo y la otra la aproximo al cuello del ajeno, colocando sutilmente su dedo índice en este, y remontando hasta su mentón, trabándole y moviéndole la vista hacia sus ojos, donde pudiese ver sus muecas y expresiones- Me temo que te veras enfrentado a una respuesta negativa, Mukuro-kun. –Sonrió-

U: asdadasdsad ese avatar me ...me...me ganaste Mukuro es todo tuyo xDDD para que luego me digas que no es comestible -la espachurratujea- perdon la demora xDU problemas ;_; asdasdasd me dan ganas de ******! maldita sea!!!

El orbe de iris bermellón fue el cual presencio el acercamiento después de llamarle la atención el crujir sutil de la bolsa plástica contra el piso; posteriormente cual encantador de serpientes hace bailar la cobra a su son con una tonada de flauta sin saber que, realmente, el reptil acecha el balanceo imitándolo para buscar el punto ciego donde atacar, morder e inyectar su veneno, Mukuro se dejo guiar por la mano delicada y suave de Byakuran; enervo la mirada e incorporo su cuerpo en pos de sus dedos sin descuidar el escrutinio a sus ojos celestes ni sus acciones, le parecieron pasivas. Giro el cuerpo y se vio sentando al borde del colchón cara a cara con su carcelero; ese niño chico con demasiado poder para hacer lo que se le encaprichara…ah, pero el ilusionista no tenía intención alguna de dejarse manipular.

Suspiro con resignación
-Bueno Byakuran kun –enfatizo este diminutivo tal como el otro lo usaba para designarlo, ya que había familiaridad, también se la atribuiría, en ningún momento se quedaría a menos- Como siempre me vas a dejar con las ganas de saber qué es lo que te traes entre manos, es eso? –y, sorpresivamente, sujeto la muñeca de Byakuran haciendo un ademan de estirar, solo una advertencia no lo atrajo- Pero podría sonsacártelo, que te hace estar tan seguro de venir aquí, a mi habitación, sin ningún tipo de medida preventiva a retarme…? Tanto me subestimas? O eres un poco descuidado Malvavisco Kun no pienso quedarme sentado mirando y mucho mas si te colocas a mi merced de esta manera…kufufu…-lo libero y estableció un fjo y descarado contacto visual- diré esto una última vez por el aprecio que te tengo...largate…