Tentando al discipinario [Privado]

El día había avanzado sin alguna complicación, lo que era bastante extraño esos últimos días en la escuela, ya que con la llegada de los nuevos amigos del tal Sawada, habían alborotado al instituto entero en el ultimo tiempo. Para su fortuna, esto había traído mas de algún enfrentamiento al pelinegro. El día parecía estar mejorando para el, ya que según estaba observando en los pasillos, se estaba formando alguna nueva clase de alboroto en ellos y como es su deber, se dirigio a revisarlos con las tonfas en sus manos.

-¿Que pretendes?- dijo una vez que había localizado al molesto ilusionista, algo ansioso de por fin haberle encontrado, ya que podrían continuar su enfrentamiento pendiente.

Noto un gran numero de alumnas salir rápido de los pasillos, pero que a pesar de alejarse del alboroto, algunas volvían al encontrarse en el camino del chico, que avanzaba con un aura intimidante.

La conversacion con las jovenes era bastante amena, llena de alabanzas a su persona y a seguir inflandole el ego que era para lo de adolescentes impresionadas servian aparte de hacerle pasar el rato. Comenzaba a hartarse de tanta expectacion y tanta conversacion de besugos cuando aparecio la razon que justificaba y valia el tedio…

Agradecio que los estudiantes le tuvieran tanto terror a Hibari como para salir despavoridos y dejarlos solos a ambos en aquella aula. La razon por la que se habia adentrado con tanta desfachatez a los territorios de la fiera era por que sabia de lo mucho que atesoraba estos y que no se arriesgaria a dañar su escuela en un enfrentamiento directo de lo suyos los cuales eran demoledores. Por ahora estaria salvaguardado el dialogo por muy escueto que con el incisivo muchacho este fuera

-kufufu no es evidente?- dijo jugueton Mukuro semi apoyado en una mesa mirando con los ojos entrecerrados y jocosos al joven y malhumorado prefecto sin amedrentarse por su mirar agresivo… Desafiándolo con toda arrogancia como solia hacer siempre-He venido a por Sawada…-sonrio ladinamente

Entonces el ilusionista había venido todo el camino hasta el instituto para llevarse al Vongola, pero ahora que hacia memoria no lo había visto en todo el día por el establecimiento, seria una mala noticia para el otro guardián, pero claro que a el le daría igual. Cerro la puerta del aula tras de si, sabiendo que no habría nadie allí y en el pasillo tampoco, luego miro al contrario desde unos metros de distancia, sacando sus tonfas, indiferente.

-El no ha estado aquí hoy, aunque si quieres algo con el no es de mi incumbencia ni interés...- dicho esto, llevo las tonfas a nivel de su pecho colocandose en una posición mas amenazante- Lo que si es de mi interés, es que has alborotado algo el calmo clima de esta escuela y eso no es algo que yo vaya a perdonar tan facil, ilusionista.

Lo que decía era totalmente cierto, pero si lo comparaba con sus ansias de pelear nuevamente contra el, era tan solo un pretexto.
-Te tendré que morder hasta la muerte...

Tenia que reconocer que el ilusionista si sabia como hacerle molestar con todas sus preguntas sarcásticas y actos de marcada ironía, sin embargo no era suficiente como para que lo sacara de sus casillas, al menos no por ahora. Observo la silla en el piso sin inmutarse y ondeo una de sus tonfas, como si su cuerpo tan solo quisiera asestarle un golpe al contrario, se tenso un poco.

-No hay porque llevar esto fuera de aquí, ademas...- echo una mirada de reojo al salón- no sera toda la escuela- sinceramente preferiría una pelea contra el ilusionista antes que preocuparse por una pequeña parte de la escuela, fácilmente arreglable. Aunque no seria tan simple con el desastre que causarían. Le miro fijo a los ojos y alzo sus tonfas, envolviéndolas en llamas de la nube, controlando el flujo con que estas hacian presencia.

A medida que iba avanzando iba notando como el ambiente se volvía mas sombrío a medida que avanzaba por las ilusiones del contrario, haciendo que mirara de reojo al resto de la habitación que se volvía mas oscura. Continuo avanzando con el mismo paso amenazante hacia el ilusionista ya casi listo par arrojar su primer ataque, hasta que percibió una familiar y vieja molestia, haciendo que se detuviera. Vio como unos pétalos caían lentamente desde el techo, el cual miro e hizo que tensara su mandíbula y mirara con odio al chico.

Retomo los pasos hacia el ilusionista pero esta vez se notaba que avanzaba mas pesado y con dificultad, quedando a unos pasos de distancia del contrario, cayendo al piso de rodillas, e intentando pararse con un esfuerzo inutil, jadeante.

Por más que sus oídos captaban el interminable flujo de sarcasmo del contrario, no podía analizarlas bien o molestarse por ellas, su condición no se lo permitía. Pronto se vio desarmado y antes de darse cuenta en el piso, mirando el techo y unos pétalos que viajaban sobre el. Recordó su primer enfrentamiento con el ilusionista, y también recordó cuanto se odiaba a si mismo en ese momento por verse tan débil. Pero definitivamente esta vez se encontraba mucho más débil y sumiso.

-Agh…- exclamo débil al ser puesto contra la pared, reincorporándose de sus pensamientos y mirando con odio al chico, poniendo una mano en su pecho y otra en la mano que le sujetaba, intentado quitárselo de encima pero sin éxito.

Ya se había hecho una idea de las intenciones del ilusionista hace unos minutos, teniendo claro a donde iba todo aquello por lo que ahora estaba pasando, y si seguía así no iba a poder impedirlo. Sentía su cuerpo ser friccionado con el del otro y el no podía oponer resistencia alguno por la manera en que le tenia sujeto, era de las pocas veces que se sentía un completo inútil, mas aun si se trataba de aquel idiota. Percibía con dificultad las palabras que le dirigía, pero de todas maneras solo le dedico una mueca de odio. La mueca desapareció al rato, luego de recibir la mordida ajena, que hizo que le mirara de manera débil, intentando forcejear inútilmente mientras un sonrojo hacia presencia por medio de sus mejillas, tiñéndolas.

No tuvo mas opción en ese entonces que dejarse hacer por el contrario, y quizás hasta acabaría cediendo frente a las intenciones del contrario y entregándose, sabiendo bien lo que eso significaría; convertirse finalmente en la presa. Lo decidió, dejarse llevar. La paliza que le daría podría esperar, así que en lugar de forcejear de manera estúpida e inútil, soltó y relajo su cuerpo frente al contrario, intentando sentir el dominante cuerpo del guardian con sus manos, luego aplicando una mordida con sus dientes, con dificultad, en su cuello.

Se entregaria, pero no por eso de manera tan sumisa.

Tuvo que resignarse a la idea de que el chico se detendría y se dejo hacer por las hábiles del ilusionista que le tenían sin descanso al debilitado cuerpo del pelinegro, pero que con sus pocas energías y en contra de su voluntad comenzaba lentamente a reaccionar a esas nuevas caricias y toques. Sintió un escalofrió recorrer su columna, bajando por esta y provocando que el rubor de sus mejillas que intentaba contener se liberara por completo y tiñera su rostro, dándole un aspecto aun mas sumiso. No se percato como pasaba el tiempo y en un parpadeo ya se hallaba en una posición aun mas compromisoria que la anterior, en la cual al mas mínimo movimiento su entrepierna hacia un inevitable contacto con la otra, por lo que intento mantenerse inmóvil.

No respondió a las palabras del contrario, ya acostumbrado a su molesto sarcasmo, pero aun odiando por lo que estaba pasando, asi que solo le dio otra de sus miradas de odio. Observo como era despojado lentamente de su camisa y como si el contrario se burlara de el exponía su cuello. Haciendo caso omiso a sus palabras, le dio una mordida con bastante fuerza.

De alguna formo supo que el otro chico reaccionaria de aquella manera frente a su mordida, pero no el. Tenso su mandibula al sentir sus dientes apretar aquella zona, para luego amenazar una de tus tetillas, que se encontraba bastante endurecida para ese entonces. Abrio en exceso sus ojos cuando sentia la humedad de la boca y labios del contrario, y por mas que intentaba mantener su boca cerrada y tensa, cedio soltando un leve gemido, que sonaba placido y sumiso. Se sentia ligeramente derrotado, y mas aun sintiendo como en su miembro se formaba lentamente una ereccion.

Oia sus palabras y le hubiera gustado torcerle el cuello en ese mismo momento. Por supuesto que sabia que era lo que iba a hacer, lo sabia desde hace ya algo de rato, y por mas que hablara dudaba seriamente si llegara a pedir mas, menos aun de el. Lo que no significase que seria incapaz de disfrutarlo...

“Pedir mas”?

Quizás no escucharía esa voz arrogante y áspera pronunciar esas palabras, estaba consciente de ello…pero por probar que no quede; Además la respuesta de su cuerpo sugería un mudo “si” o…tal vez es que solamente estaba acertando en que lugares y de que maneras había de tocarlo para encender su excitación. Tampoco era muy difícil adivinarlo…después de todo ambos eran hombres pero que lograra alcanzar su libido, una debilidad tan humana, en lo impenetrable e inaccesible del carácter de Hibari tan deprisa era todo un triunfo como una muy agradable sorpresa…y no pensaba dejarlo escapar, pero tampoco iba a aprovecharse completamente de ello…o si?

Por si mismo?...realmente lo estaba disfrutando y eso era peligrosamente adictivo pues no hacia demasiado esfuerzo por pensar…era mero instinto amatorio lo que lo conducía a hacer rodar sus labios y descender con su boca en la firme anatomía del disciplinario, impulsar la friega de sus entrepiernas inquietas provocando un vicioso placer en todo su ser.

Apostadas sus manos sobre la pelvis les fue fácil acercarse al botón y cremallera del pantalón del uniforme escolar y abrirlo dejándole vía libre para seguir haciendo estragos en el orgullo del prefecto: liberar su despierto miembro.

Le dedico una expresión y mirada maliciosa antes de hincarse entre sus piernas, separándolas, aproximo su nariz a sus genitales exhalando su respiración tórrida y acelerada sobre el inflamado órgano; su mirada destello de lascivia- Kufufu…estas bastante duro Kyoya-Sus dedos apretaron uno de los glúteos de Hibari al acercarse repentinamente la cadera hacia si y engullir su virilidad palpitante, enjuagándolo bien en saliva antes de soltarlo (cuestión de unos instantes) y luego recorrer toda su longitud y textura con la punta de la lengua bordeando el extremo del empapado glande al final de su trayecto.

Poso sus dispares ojos en los opuestos o, mejor dicho, en el rostro alabastrino teñido de rubor del guardián de la nube cuando sujeto su sexo por la base para mantenerlo erguido mientras succionaba, presionaba la punta y lo devoraba de manera aviesa, dejandose ver y viendolo, mientras ejecutaba la felacion de la forma mas sensual que se le ocurría para deleitar a su espectador no solo con la experiencia si no también con la vista…

saso: =DU ....XD -espera tomatazos-