Luego de una larga ausencia en la ciudad por cuestiones que al final no resultaron mas que puras trivialidades, regresé por ahí de las 9 de la noche a mi residencia. Caminé tranquilo por las calles de la ciudad, topandome con algunos conocidos en el camino a los que saludaba con un leve asentimiento de cabeza y una sonrisa tranquila. Di la vuelta en una esquina de lo que seria la calle principal del barrio donde se encontraba mi hogar y me interne por lugares mas solitarios pero pacíficos hasta llegar a mi pequeño y acogedor apartamento ubicado en un edificio de color gris austero. Subí y entré con una bolsa de papel repleta de comprar que hice antes en un pequeño supermercado familiar del lugar.
--Mono... -Llamé a mi pequeño amigo y compañero, que enseguida corrió del fondo del pasillo del apartamento para saltar y situarse en mi hombro derecho. Reí y acaricie su cuello haciendo que lo estirara y moviera su larga cola en señal de gusto.
Fui a la cocina, dejando en la mesa la bolsa y sacando un racimos de plátanos dominicos, pelandole uno para que lo comiera gustoso, bajando de mi hombro a un banco del desayunador.
Me remangué las mangas del qipao. Cocinaría algo rápido para cenar...
Y por muy relajado que pareciera, que pudiera aparentar, en medio de tanta paz, tenía las emociones inquietas, pues deseaba ver a una persona en especial, aunque se que tenemos que tener cuidado a la hora de vernos... por mas que yo quisiera poder tenerle a mi lado ahora mismo.