Visitando a Kyoya~

El ruido del impacto resonó en el silencio de la habitación e hizo que la cabeza del pelinegro se voltear hacia un lado por la fuerza del golpe, pero a pesar de ello se mantuvo firme y no cedió de su posición. Sentía algo de ardor en la zona del golpe pero mas allá de eso no asimilaba o sentía mucho dolor, aun con un hilo de sangre bajando por su labio. Se lamió la herida y cerro los ojos, luego para abrirlos enfocándose en el rubio que venia hacia el con el arma entre sus manos.

Empuño con firmeza el arma y le imito, acercándose al mayor mientras le miraba a los ojos y siempre alerta a cualquier movimiento de este, pero quizas con la experiencia de recien no reaccionaria, no muy bien al menos.

Sin ser capaz de evitarlo una sonrisa escapó de sus labios.

La distancia entre ambos se hacía a cada paso más pequeña. Dio un par de pasos más y llegó a estar justo delante del disciplinario. Lo miró sonriéndole como siempre hacía.

Tensó ligeramente su látigo preparándose para cualquier cosa que Kyoya podría hacer.

- ¿En qué piensas Kyoya? -

Estaba justo en frente de el, encarandole y mirandole a los ojos, inexpresivo. La distancia entre ellos no podria ser menor ¿O si? . Ante su pregunta, no emitio respuesta alguna en un principio, ya que en verdad no pensaba nada en ese momento, como si ya no tuviera la necesidad de romperla la cara y cada uno de sus huesos, aunque pudiera noquearle antes de que se diera cuenta. Se relamio los labios de tan solo pensarlo, pero desistio de la idea. Decidio hablar por fin.

-Ya veras...- dijo, y subitamente le arrojo con brisquedad al sillon mas cercano, y antes de que el contrario pudiera darse cuenta, se encontraba sobre el, agarrandolo con fuerza de los hombros y a milimetros de su rostro, se relamio una ultima vez sus labios, para luego unirlos con los del otro en un salvaje y demandante beso, esperando la iniciativa del contrario.

En tan pocos segundos fue capaz de sentir el peso del otro sobre él. Sus ojos se abrieron al instante notar como los labios del disciplinario se unían con los suyos de ese modo salvaje que estaba seguro que Kyoya besaría.

Le tomó unos segundos poder procesar por completo la información de lo que sucedía. Aquella escena había sido, claro está dicho completamente inesperada, pero ¿Qué hacía pensando en algo como eso? ¿Esto no era lo que esperaba?

¡Haz algo ya!

Sin notarlo abrió su mano dejando que la empuñadura de su látigo cayera suavemente al lado del sofá. Subió una de sus manos hacia el cabello del muchacho jalándolo ligeramente mientras que con la otra mano tomaba fuertemente su cintura correspondiéndole de un modo casi tan salvaje como había comenzado el contacto y esperaba que pronto no terminara.

Se encendió un sentimiento y necesidad de picardia y lujuria, quería mas y mas de los labios del chico, quería sentirlo mas cerca. Sintió eso y mas cuando le correspondió, casi de la misma manera, le gustaba agresivo y dominante como era con el la mayoría del tiempo. No tardo en invadir su boca con su lengua y que esta encontrara la suya, envolviéndola en un húmedo beso, entrecerró los ojos observando al chico por ultima vez antes de cerrarlos completamente y dejarse llevar.

A media que lo besaba se hacia inevitable que despegara su cuerpo de el, se apegaba tanto como podía, sintiendo la calidez del cuerpo del mayor, un leve sonrojo de apodero de sus mejillas. Torno el beso algo mas excitante para el agregando algunas mordidas a sus labios, esperando mas de el.

Subió su mano hasta la barbilla del menor sujetándolo fuertemente contra sus labios. Su respiración se hacía más entrecortada. Los latidos de su corazón cada vez más rápidos.

Tomó rápidamente la camisa del disciplinario con su ano derecha introduciendo sus dedos por debajo de sus ropas tocando su abdomen y subiendo cada vez más.

Mordió el labió inferior de Kyoya con fuerza como si quisiera realmente comerse ese pedazo de fruta sonrosada que se le estaba ofreciendo sin oponer resistencia, escuchó un leve gemido ahogado cuando un poco de sangre se manifestó ahí donde había mordido, lamió la pequeña herida con pasión como un gatito dedicado y quizás arrepentido aprovechando totalmente el placer que se le estaba siendo concedido.